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Muchos expertos puede que hayan atribuido la volatilidad que sufrieron los mercados emergentes inmediatamente después de las elecciones presidenciales a la inesperada victoria de Donald Trump. En India, lo planteamos de otro modo. Creemos que incluso si Trump finalmente promulgase algunas de sus medidas más proteccionistas, es improbable que eso produjera un gran efecto en India, al no ser un exportador importante de productos manufacturados para Estados Unidos. Por otro lado, las elecciones coincidieron con la decisión del Primer Ministro indio Narendra Modi de retirar todos los billetes con denominación de 500 y 1000, lo cual contribuyó a la venta masiva. En nuestra opinión, aunque esta decisión podría deparar en unos malos resultados trimestrales de algunas empresas a corto plazo, la atrevida y revolucionaria iniciativa de Modi probablemente tenga un efecto duradero en la economía india; prevemos que una reducción de la evasión de impuestos y de la circulación de dinero negro (que no se ha declarado a efectos fiscales) probablemente fomente la eficiencia económica y el crecimiento del producto interior bruto (PIB) del país. La iniciativa, en teoría, incluso podría reforzar los fundamentos para invertir en deuda a largo plazo.
India, a tenor de algunas métricas, alberga el mercado de renta variable más grande y diverso del mundo. A pesar de las adversidades globales y la tensión geopolítica que siguen afectando a los mercados emergentes, creemos que India posee ciertas características que le permiten destacar del resto de países de la región. Su economía ha llegado a un punto de inflexión: una clase media en expansión, cambios estructurales y una tasa de crecimiento del PIB que se cifra en el 7,4% para 2017 han ayudado al país a resistir los shocks externos.[1]
En el pasado, la economía de India se vio frenada, en nuestra opinión, por la ineficiente estructura fiscal, la legislación y las infraestructuras inadecuadas del país. Más recientemente, las reformas estructurales acometidas, como el Proyecto de ley de impuestos sobre bienes y servicios (GST, por sus siglas en inglés) han resuelto una serie de cuellos de botella existentes en la economía, algo fundamental para sostener la productividad del país, a nuestro juicio. El exhaustivo proyecto de ley GST supone una revisión del sistema vigente de tributación indirecta y grava impuestos en cada fase desde que se adquiere un producto o servicio, lo que elimina la necesidad de que los fabricantes y comerciantes añadan impuestos como parte de sus costes de producción. Como consecuencia de ello, cabe esperar que la tasa de producción y empleo aumente tras la implantación del GST. Además, pensamos que la revisión del sistema tributario debería mejorar la rentabilidad operativa de las empresas y contribuir a promover la inversión extranjera directa, lo que a su vez podría estimular la creación de más puestos de trabajo. Aunque esta medida está bien encaminada, creemos que India tiene mucho más que ofrecer.
India acoge a 5.835 sociedades cotizadas, por delante de Estados Unidos, Japón, China y Australia por separado.[2] China, un país con el que suele compararse debido a su trayectoria similar de crecimiento del PIB, posee sólo 2.827 empresas cotizadas en el territorio nacional.[3] Más importante aún es que el mercado bursátil indio puede brindar a los inversores algunas oportunidades que en general no se ofrecen en otros mercados emergentes.
Algunos mercados emergentes pueden estar excesivamente concentrados en sectores específicos; en el caso de Taiwán y Corea del Sur, en tecnología; y en caso de Arabia Saudí, en energía. Solo el elevado número de sociedades en las que se puede invertir en India ya permite a los inversores acceder a un conjunto de oportunidades de inversión potencialmente más amplio en todos los sectores. He visto que las empresas indias tienden a seguir tendencias estructurales en vez de cíclicas, lo cual, en muchos casos, ha ofrecido un modo adicional de combatir las adversidades que llegan del exterior, por ejemplo los efectos de la votación del referéndum sobre el Brexit (la salida del Reino Unido de la Unión Europea), las elecciones estadounidenses o las tensiones incesantes en Oriente Medio.
La tecnología ha abierto las puertas al financiero sector en India. Tras la nacionalización de todos los principales bancos en 1969, las entidades prestamistas de propiedad estatal pasaron a dominar el sector bancario. En la década de 1990 el gobierno se embarcó en un movimiento de liberalización y autorizó a un pequeño número de bancos privados. Desde la liberalización, han proliferado bancos de propiedad privada que han crecido más deprisa que sus homólogos del sector público gracias a los esfuerzos que dedicaron a investigación y desarrollo en las áreas de tecnología, servicios, productos y redes de sucursales. Creemos que estos bancos de propiedad privada podrían aumentar considerablemente de tamaño en los próximos 10 años. Sin embargo, el avance no se limita al sector financiero. Existen diversas empresas activas en los sectores farmacéutico, fabricación, construcción y automoción que también se han expandido a raíz del constante aumento de la clase media de India.
Durante las últimas décadas se ha producido una variación en los tipos de puestos de trabajo disponibles en India, desde empleos agrarios de baja remuneración a empleos en el sector manufacturero y servicios mejor remunerados. Habida cuenta del aumento de los ingresos disponibles, creemos que la demanda de los consumidores impulsará el crecimiento de beneficios de las empresas, así como la economía india. La amplitud de oportunidades que alberga el mercado de valores indio ofrece a esta economía de mercados emergentes la ocasión de escribir otro capítulo de su historia, y esta vez creemos que no solo se tratará de crecimiento.
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¿Cuáles son los riesgos?
Todas las inversiones conllevan riesgos, incluida la posible pérdida de capital. Los precios de las acciones experimentan fluctuaciones, a veces rápidas y drásticas, debido a factores que afectan a empresas concretas, industrias o sectores específicos, o condiciones de mercado generales. La inversión en el extranjero entraña riesgos especiales, entre ellos el riesgo de fluctuaciones cambiarias, de inestabilidad económica y de acontecimientos políticos adversos. Las inversiones en mercados emergentes entrañan riesgos más altos relacionados con los mismos factores, aparte de los asociados a su tamaño relativamente pequeño, su menor liquidez y la falta de estructuras jurídicas, políticas, empresariales y sociales consolidadas para respaldar los mercados financieros.
[1] Fuente: Fondo Monetario Internacional, World Economic Outlook, julio 2016. No hay garantía de que las estimaciones o previsiones vayan a cumplirse.
[2] Fuente: Banco Mundial, datos a 2015. Base de Datos de la Federación Mundial de Mercados.
[3] Íbid.