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Aunque no creemos que la duración de la expansión económica por sí sola deba ser una preocupación para los inversores, una de las grandes preguntas que hemos escuchado recientemente es: «¿Cuándo se producirá la próxima recesión?».
No estamos intentando predecir ni cronometrar las recesiones, pero no nos cabe ninguna duda de que nos acercamos al final de un ciclo económico muy largo. El ciclo económico fluctúa entre períodos de expansión y contracción, y cada uno de ellos está marcado por determinadas características. El pico de un ciclo indica el momento de máximo rendimiento y suele ir acompañado de desequilibrios que deben corregirse. A este pico le sigue una contracción y, a continuación, una depresión o recesión.
Tradicionalmente, cuando la economía estadounidense se basaba en la fabricación, las recesiones se producían cuando había demasiadas existencias. En los últimos 20 años, dado que la economía de Estados Unidos se ha ido orientando más hacia los servicios, no existe la misma dinámica respecto a las existencias. Por consiguiente, en mi opinión, no podemos llegar a la conclusión de que la recesión es inminente solo porque la expansión actual sea más duradera que en anteriores ocasiones.
Es verdad que la fase de expansión del ciclo económico actual de EE. UU. se ha prolongado durante mucho más tiempo de lo normal, ya que en estos momentos hace más de 10 años de la última depresión de 2009. No obstante, Australia ostenta el récord de la expansión más duradera: actualmente, más de 20 años.
Por lo que podemos observar en este punto, no parece que se vaya a producir una recesión en un plazo próximo de uno o dos años, de modo que creemos que la expansión estadounidense puede continuar. Dicho esto, consideramos que, sin duda, los inversores deberían estar preparados para el cambio de ciclo.
¿Qué es una recesión?
Una recesión es una disminución de la actividad económica durante dos trimestres consecutivos. Este fenómeno se puede producir por diferentes razones, entre las que se encuentran la subida del coste del capital o la disminución del acceso al capital. Una gran subida de la inflación es una de las causas fundamentales, que deriva en un aumento del coste del dinero y provoca la subida de los tipos de interés, al tiempo que los bancos centrales emplean herramientas basadas en políticas monetarias para luchar contra esto. Existen otros factores que pueden dar lugar a una recesión, entre los que se incluyen el desplome de las operaciones comerciales, la disminución de la confianza de los consumidores, las burbujas especulativas o los acontecimientos externos, como los desastres naturales.
Posicionamiento de una cartera de renta variable al final del ciclo
Los mercados de renta variable suelen ser indicadores clave del inicio de una recesión. Ante el temor de que se produzca una recesión en el ciclo, los participantes del mercado comienzan a revisar sus expectativas, y esto se refleja en la bajada de los precios de las acciones. Según nuestro análisis, el tiempo medio entre el inicio de una disminución de la renta variable y el inicio de una recesión es de ocho meses.
Sin embargo, puede haber señales falsas. Evidentemente, no todos los declives de los mercados de renta variable derivan en una recesión; en particular, la recesión de 1980 no estuvo precedida por ningún retroceso significativo del mercado de renta variable.
Sectores que pueden triunfar
En muchos aspectos, nuestro enfoque hacia una gestión de final de ciclo es similar a nuestro enfoque de inversión habitual. Seguimos centrándonos en construir una cartera que, a nuestro juicio, esté bien preparada para beneficiarse de las innovaciones o los temas de crecimiento tradicionales plurianuales.
Adoptamos una perspectiva a largo plazo y aprovechamos nuestros análisis bottom-up para identificar empresas con marcas dominantes o franquicias con equipos de gestión de gran calidad, rentabilidades financieras saludables y un historial de resiliencia.
En el contexto actual, nuestros gestores de carteras están evitando, en general, las empresas con una deuda elevada y se están centrando en empresas donde vemos un flujo de caja sólido.
Por otro lado, cabe destacar que, desde un punto de vista tradicional, los diferentes sectores han respondido de maneras distintas durante las recesiones. Tanto el sector de los bienes básicos de consumo como el sanitario, el energético, el de los materiales y el de los servicios públicos obtuvieron una rentabilidad superior a la del mercado en tiempos de declive, dado que estos bienes presentan una elasticidad relativamente baja. Por ejemplo, durante una recesión, los consumidores recortarán su gasto en ámbitos como el entretenimiento o los viajes en avión, pero probablemente no lo harán en bienes como la electricidad o la pasta de dientes.
Diversificación mundial
Según la mayoría de los análisis, Estados Unidos está en una fase posterior de este ciclo en comparación con otros países, de modo que somos conscientes de las oportunidades que existen a nivel mundial con relación a la diversificación de nuestras carteras.
Los mercados europeos suelen registrar un buen desempeño al final del ciclo debido a su alta exposición a los sectores sensibles a la inflación y a los tipos, como el sector de las materias primas y el sector financiero, que tienden a generar un rendimiento superior en los entornos de aumento de los precios y los tipos de interés.
Muchas empresas europeas han obtenido menos beneficios que sus homólogas estadounidenses al cotizarse con descuentos de valoración históricos, lo que brinda posibilidades de mejora de los beneficios y expansión de los múltiplos a medida que se normalizan las condiciones normativas.
Las acciones de estilo «value» a menudo ganan atractivo durante las recesiones
Actualmente, la volatilidad de los mercados mundiales se encuentra en unos niveles relativamente normales, y consideramos que esto es una oportunidad. Los inversores del estilo «value» buscan acciones con precios incorrectos y, si no existe una gran volatilidad, no se encuentran muchos precios de este tipo. Sin embargo, a medida que los inversores retiran su dinero del mercado, suelen hacerlo de manera bastante indiscriminada. Esa venta indiscriminada hace que, con frecuencia, las acciones presenten un precio equivocado sobre la base de sus fundamentos. Los inversores del estilo «value» buscan oportunidades para intervenir y aprovechar esos precios incorrectos a medida que aumenta la volatilidad.
Dicho esto, consideramos que tanto las inversiones del estilo «growth» como las del estilo «value» pueden estar bien posicionadas para el optimismo que, con cierta cautela, observamos. Creemos que la perspectiva de crecimiento de las ganancias empresariales es positiva, al igual que la perspectiva de crecimiento económico mundial en 2019.
El enfoque debe volver a centrarse en la selección de acciones
En mi opinión, en los últimos años, muchos inversores de renta variable han estado pensando demasiado en los aspectos equivocados.
Tradicionalmente, los inversores de renta variable se centraban en las ganancias a la hora de buscar empresas viables en las que invertir. Sin embargo, estos últimos 10 años de políticas monetarias flexibles por parte de los bancos centrales han hecho que muchos inversores se orientaran más hacia los factores macroeconómicos que hacia los microeconómicos. En nuestra opinión, estos inversores deberían volver a centrarse en las diferencias entre las distintas acciones y no en las medidas de los bancos centrales, sobre todo de la Reserva Federal de EE. UU.
Aunque no creemos que se vaya a producir una recesión a corto plazo, eso no significa que las acciones vayan a continuar subiendo siempre desde nuestro punto de vista. Para conseguir un mercado alcista saludable, debe existir volatilidad y retrocesos o correcciones ocasionales. Básicamente, nos centramos en empresas que cuentan con flujos de ganancias de gran calidad.
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