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Hace más de cuatro años que el Reino Unido decidió salir de la Unión Europea (UE) y el proceso ha sido largo y complicado. Pese a que los vínculos con la UE se cortaron de manera oficial en enero, las dos partes todavía tienen que definir sus nuevas relaciones en muchas esferas antes de final de año, entre otras, el comercio, la inmigración, la frontera con Irlanda, los derechos de los ciudadanos y el acceso pesquero.
En nuestra opinión, es probable que las negociaciones continúen justo hasta los últimos días del año, aunque los dirigentes de ambas partes hayan dejado caer distintas fechas para llegar a un acuerdo en las próximas semanas. El brexit sigue siendo increíblemente cambiante y ambas partes se están posicionando. Si no se logra un acuerdo antes de que termine el año, el comercio, el aspecto que se podría considerar de mayor importancia, se ajustará por defecto a las normas de la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Ambas partes están adoptando políticas arriesgadas y ninguna de ellas está siendo muy flexible. Cabe destacar que el Reino Unido fue capaz de firmar un acuerdo de libre comercio con Japón, el primero que suscribió como país comercial independiente. El gobierno británico ha afirmado que el acuerdo brindará un impulso de 1500 millones de libras a su economía.1
Por tanto, es evidente que se pueden lograr acuerdos comerciales con bastante rapidez.
Puntos conflictivos entre el Reino Unido y la Unión Europea
La UE y el Reino Unido no están negociando como dos países independientes. Parece que la UE está haciendo hincapié en su relación anterior, pero el Reino Unido quiere ejercer sus derechos soberanos. Esta última postura es lógica, ya que es el motivo por el que la gente decidió abandonar la UE en primer lugar.
Los derechos de pesca han representado un gran obstáculo, ya que ambas partes ansían los abundantes peces que nadan en las aguas británicas. Hasta final de año, el Reino Unido sigue sujeto a la Política Pesquera Común de la UE, que otorga a las flotas pesqueras europeas acceso a las aguas británicas a partir del límite costero de 12 millas náuticas. El gobierno del Reino Unido quiere asumir un mayor control sobre sus aguas y, por su puesto, sobre sus recursos pesqueros.
Otro importante problema es la frontera con Irlanda. El primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, reveló hace poco un proyecto de ley del mercado interior (IMB) que, en esencia, establece que Irlanda del Norte forma parte del Reino Unido, pero el acuerdo de retirada de la UE indica que no puede haber una frontera entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda. Por consiguiente, se ha debatido acerca de si el IMB infringe el derecho internacional. Johnson ha asegurado que el Reino Unido tiene derecho a anular el acuerdo, ya que mantiene que la UE no ha actuado «de buena fe» entre las amenazas relativas al bloqueo de las importaciones de alimentos.
Dado que estos y otros problemas siguen sin resolverse, las probabilidades de que haya un brexit sin acuerdo son, en nuestra opinión, cada vez mayores. Por lo tanto, muchos inversores pueden considerar que las coberturas con deuda pública británica y libra esterlina posiblemente continuarán sometidas a presión, al tiempo que es probable que veamos una ampliación de los diferenciales de rendimiento en los títulos empresariales en libra esterlina. Dicho esto, consideramos que probablemente se produzcan reacciones en el mercado a corto plazo y, a finales de año, podríamos asistir a un acuerdo muy básico exclusivamente para mercancías que permita el comercio entre la UE y el Reino Unido y alivie algunas de las peores consecuencias posibles.
Repercusión económica
Parece que el gobierno británico se está preparando para la ausencia de acuerdo y, si finalmente ese es el desenlace, es posible que la economía, ya deteriorada por la COVID-19, se enfrente a un nuevo revés.
La pandemia ya ha causado numerosos daños por toda Europa, de modo que la repercusión no será tan significativa a efectos de cifras, pero no cabe duda de que no será positiva. Puede que el brexit sin acuerdo y la aplicación por defecto de las normas de la OMC den lugar a nuevas interrupciones en las cadenas de suministro. Probablemente se realizarán más controles en la frontera, las cosas serán más complicadas y habrá un mayor grado de incertidumbre. Por ejemplo, ¿querrá Francia inspeccionar todos los camiones que atraviesen su frontera, mientras que el Reino Unido opta por dejarlos entrar a todos, o viceversa?
Conforme a las normas de la OMC, habrá más fricciones comerciales y posiblemente más aranceles. Además, aumentará la burocracia, es decir, habrá más papeleo para las mercancías que entran y salen. Debido a esa burocracia adicional, será difícil mantener el nivel actual de (libre) comercio entre el Reino Unido y la UE, que ha resultado beneficioso para ambas economías.
En vista de estas incertidumbres, a principios de 2021 podría persistir la vulnerabilidad en la economía británica. Es probable que los tipos de interés sigan siendo bajos y que los rendimientos de los bonos a largo plazo desciendan, al tiempo que el Banco de Inglaterra podría aplicar una mayor expansión cuantitativa en vista del riesgo bajista para el crecimiento.
La cuestión de fondo es que ninguna de las dos partes está actuando de un modo racional, por diferentes motivos. Siempre digo que una buena negociación es justa cuando ambas partes están un poco insatisfechas, ya que ninguna de ellas obtiene todo lo que quería. Veremos si finalmente ese resulta ser el caso cuando finalice este capítulo de la saga del brexit.
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1. Fuente: comunicado de prensa de Gov.UK, 11 de septiembre de 2020.