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A continuación, presentamos algunos de los aspectos destacados de su conversación:
- «Tenemos un país [Estados Unidos] muy dividido. Existen divisiones a efectos de razas, ingresos, geografía y zonas rurales o urbanas. El mayor desafío para la próxima administración consiste en encontrar un término medio para llegar a un acuerdo y aprobar las políticas. Al analizar la situación entre los partidos, pero también dentro de ellos, las preferencias a la hora de votar ponen de relieve que no existe un consenso dentro de cada partido acerca de cuál debe ser la trayectoria económica y social. Por lo tanto, creo que ese va a ser uno de los retos y, con suerte, una oportunidad» (Michael Hasenstab).
- «En ciertos sentidos, estamos repitiendo la última pandemia de hace casi cien años. Sufrimos una pandemia en 1918, después de la cual llegaron los “felices años veinte”, y me parece que va a suceder lo mismo… Vamos a tener otros felices años veinte. Lo digo porque, si analizo todos los factores macroeconómicos clásicos que se suelen tener en cuenta para elaborar previsiones o anticiparse al posible desarrollo de la situación (el efecto retrasado del descenso de los rendimientos de los bonos, el bajo nivel de los precios energéticos, el efecto acumulativo de los estímulos normativos anteriores y los elevados índices de ahorros personales que existen en Estados Unidos, China y Europa), constituyen una fuente de posibilidades para el poder adquisitivo» (Francis Scotland).
- «Si examinamos el año pasado, hubo una gran carnicería (en el sector de las empresas y los hogares) que se vio empañada u ocultada por el cuantioso gasto fiscal… En ocasiones pasaron desapercibidos los daños causados. ¿Durante cuánto tiempo podemos seguir gastando esta cantidad de dinero hasta que la recuperación se sostenga por sí sola? En mi opinión, esa es una de las grandes preguntas. Lo preocupante es que tendemos a confiar en el gasto de dinero como una solución, en lugar de abordar los problemas de manera estructural. En el plano fiscal, no disponemos de esa clase de margen» (Michael Hasenstab).
- «La administración de Trump ha puesto contra las cuerdas de un modo muy agresivo a China en diferentes ámbitos. Es posible que el tono se suavice un poco, pero creo que, en esencia, los problemas que Estados Unidos tiene con China y el mundo permanecerán invariables. Otra cosa es el modo en que los resolvamos. Las administración de Trump recurrió a amplios aranceles y restricciones para tratar de lograr un cambio. Está por ver qué grado de agresividad adoptará la administración de Biden en esas circunstancias» (Francis Scotland).
Introducción del podcast:
Presentador: Hola a todos y bienvenidos a Talking Markets: percepciones únicas y exclusivas de Franklin Templeton.
Continuamos con nuestra serie especial de podcasts diarios sobre las elecciones estadounidenses. En este episodio, analizamos los resultados que podrían conllevar para las economías estadounidense y mundial, junto con los problemas principales, como la continuación de una política monetaria laxa por parte de los bancos centrales, la gran división de muchos gobiernos y naciones, y las tensiones actuales con China. Por otra parte, ¿es posible que asistamos de nuevo a unos «felices años veinte» en la próxima década? Francis Scotland, director de Global Macro Research en Brandywine Global, y Michael Hasenstab, director de inversión de Templeton Global Macro, acompañan a Katie Klingensmith en esta conversación.
Transcripción:
Katie Klingensmith: Para comenzar, están sucediendo muchas cosas, y, Michael, me gustaría empezar por usted. Con relación a la coyuntura general, ¿dónde nos encontramos, en su opinión, en la trayectoria económica general en EE. UU.? A grandes rasgos, ¿realmente cree que los resultados electorales han dado lugar a muchos cambios, sobre todo en vista de que no se ha producido ninguna ola azul aplastante?
Michael Hasenstab: Yo diría que lo que no ha cambiado es lo que reviste un mayor interés. Si valoramos los resultados de estas elecciones y las preferencias de los votantes, tanto con respecto al Congreso como a la presidencia, probablemente la cuestión más importante que se ha puesto de relieve es que tenemos un país muy dividido. Existen divisiones a efectos de razas, ingresos, geografía y zonas rurales o urbanas, y una auténtica polarización. El mayor desafío para la próxima administración consiste en encontrar un término medio para llegar a un acuerdo y aprobar las políticas. Al analizar la situación entre los partidos, pero también dentro de ellos, las preferencias a la hora de votar ponen de relieve que no existe un consenso dentro de cada partido acerca de cuál debe ser la trayectoria económica y social. Por lo tanto, creo que ese va a ser uno de los retos y, con suerte, una oportunidad, lograr un punto de encuentro, aunque algunas de esas divisiones son más difíciles de subsanar que otras, en especial al haber una división de los partidos tanto a nivel interno como externo. Lo preocupante es que tendemos a confiar en el gasto de dinero como una solución, en lugar de abordar los problemas de manera estructural. En el plano fiscal, no disponemos de esa clase de margen, pero parece haber un consenso entre toda la gama de partidos de que el mayor gasto de dinero es la única respuesta que pueden encontrar. En mi opinión, desafortunadamente, eso no ha cambiado a raíz de las elecciones.
Katie Klingensmith: Totalmente. Sin duda, me gustaría dedicarle más tiempo a este tema, a las repercusiones en materia de política fiscal, pero vayamos con Francis. ¿Dónde cree que se encuentra la economía estadounidense en general? ¿Qué cambios cree que se han producido en el panorama general, en caso de que los hubiere, a raíz de las elecciones de EE. UU.?
Francis Scotland: A mi juicio, Katie, en ciertos sentidos, estamos repitiendo la última pandemia de hace casi cien años. Sufrimos una pandemia en 1918, después de la cual llegaron los «felices años veinte», y me parece que va a suceder lo mismo en esta nueva década. Vamos a tener otros felices años veinte. Lo digo porque, si analizo todos los factores macroeconómicos clásicos que se suelen tener en cuenta para elaborar previsiones o anticiparse al posible desarrollo de la situación (el efecto retrasado del descenso de los rendimientos de los bonos, el bajo nivel de los precios energéticos, el efecto acumulativo de los estímulos normativos anteriores y los elevados índices de ahorros personales que existen en Estados Unidos, China y Europa), constituyen una fuente de posibilidades para el poder adquisitivo. Debido al virus y a lo que ha sucedido, a los confinamientos de este año y las políticas, no hay partidarios de las correcciones fiscales en absoluto y veo que todo sigue bastante orientado a ofrecer algo más de apoyo. Por tanto, lo único que realmente se interpone en el desarrollo de toda esa situación es el virus y nuestra reacción a él. Mi suposición a la hora de trabajar ha sido que aprenderemos a vivir con él y que, al final, la tecnología y la medicina lograrán vencerlo. Quizás, el cambio más excepcional desde las elecciones haya sido el anuncio de esta semana de que hay una vacuna a la vista aparentemente fiable.
El Dr. Fauci, que ha sido un ejemplo de moderación, declaró hoy que la vacuna podría estar a disposición de todos los estadounidenses para abril de 2021. Es increíble. Se trata de una noticia increíble de cara al cambio del panorama macroeconómico. Creo que es el principal aspecto en el que nos hemos venido centrando. Con relación a las elecciones en sí, estoy de acuerdo absolutamente con todo lo que ha comentado Michael. Si pensamos en lo que parece que será una presidencia de Biden con un Congreso dividido, no creo que vayamos a ver la ola de gastos ingentes que habríamos tenido con una victoria aplastante de los demócratas, pero el Senado republicano se está preparando para aplicar algún paquete superior al billón de dólares. Eso, sumado a los demás factores, con suerte nos permitirá superar el virus en un futuro próximo, lo que nos sitúa ante unas perspectivas macroeconómicas bastante positivas.
Katie Klingensmith: Michael, me gustaría volver a lo que comentaba al principio, que quizás la situación en que nos encontrábamos antes de las elecciones sea lo más importante. También ha señalado algunas adversidades posibles para una recuperación inminente y verdaderamente sólida en EE. UU. ¿Hay aspectos que le preocupen también?
Michael Hasenstab: Creo que, como señaló Francis, en primer lugar, me encantaría vivir unos felices años veinte, sobre todo después de 2020, que vaya año ha sido. Considero que la vacuna es una noticia formidable. La eficacia y todos los datos que han salido a la luz son bastante positivos, así como todas esas cifras que presentó con relación a la distribución. No solo se trata de la eficacia, sino de la distribución, así que son noticias de gran relevancia. La pregunta que nos planteamos acerca de lo que sucederá el próximo año, dando por hecho que se cumplirán esas noticias positivas que circulan sobre el virus, es la siguiente: ¿podemos lograr una recuperación continuada sin ese gran estímulo fiscal? Si examinamos el año pasado, hubo una gran carnicería (en el sector de las empresas y los hogares) que se vio empañada u ocultada por el cuantioso gasto fiscal. De hecho, la pérdida de producción de las empresas o los hogares y la cantidad de gasto coinciden aproximadamente. Por consiguiente, en ocasiones pasaron desapercibidos los daños causados. Ahora bien, ¿durante cuánto tiempo podemos seguir gastando esta cantidad de dinero hasta que la recuperación se sostenga por sí sola? En mi opinión, esa es una de las grandes preguntas. Para nosotros, se trata en realidad de la dependencia de la política fiscal. ¿Hay alguna limitación? ¿En qué punto ya no se podrá seguir gastando de manera indefinida ni flexibilizar las políticas? Considero que esa es la cuestión en la que nos centramos en estos momentos.
Katie Klingensmith: Sí, totalmente. Francis, ha mencionado que prevé la aplicación de un paquete de en torno a 1 billón de dólares. ¿Cree que un paquete de ese calibre es suficiente para que la economía estadounidense supere el invierno o lo que tarde la vacuna en empezar a dejarnos vivir con el virus de un modo algo más sencillo?
Francis Scotland: No estoy seguro de que lo necesitemos en realidad. Creo que el engranaje está en marcha y que ha comenzado una recuperación sostenible. Si analizamos lo que está sucediendo en el sector de la vivienda, el nivel de los tipos de interés está claramente por debajo del equilibrio necesario para generar crecimiento en el sector inmobiliario. Todos los parámetros inmobiliarios que se pueden analizar en estos momentos son brillantes. Resulta bastante difícil imaginar que la economía estadounidense vaya a caer en una recesión si el gobierno no pone en marcha confinamientos generalizados. Es bastante difícil que se pueda dar esa situación. Otro aspecto que me llama la atención es que, después del paquete de 3 billones de dólares que se aprobó anteriormente este año, gran parte del apoyo se acabó en julio y agosto, y ahora estamos en noviembre, así que algunos de los indicadores efectivamente se están ralentizando. No cabe duda de que algunos de los datos sobre movilidad se han torcido, pero si examinamos los datos económicos reales, el ritmo de la expansión se está ralentizando, pero no está dando un vuelco, así que no estoy totalmente seguro de que lo necesitemos. Sé que se habla mucho del abismo fiscal, pero yo lo consideraría en cierto modo un riesgo ligado a la información desfavorable. Me interesan muchos más los datos que resulten sorprendentes en el sentido positivo. ¿Qué es lo primero que vamos a hacer cuando nos sintamos seguros? Salir, ir a un restaurante, organizar una fiesta y celebrarlo. Por lo tanto, creo que podría haber una auténtica subida en este ámbito. Estoy convencido desde el principio de que es cuestión de tiempo, todo el mundo está luchando contra el virus en esta guerra. Todos estamos en el mismo bando. Como dije antes, el Dr. Fauci, que no es muy dado a hacer declaraciones extremas, nos está indicando que en abril deberíamos asistir a la administración de la vacuna. Resulta bastante increíble.
Katie Klingensmith: Cierto. Michael, usted ha señalado que ha surgido una dependencia de ese gasto deficitario. ¿En qué punto se convierte esa dependencia del gasto deficitario en un verdadero problema para EE. UU.?
Michael Hasenstab: Creo que lo preocupante es lo siguiente: se podía decir que, antes de la COVID-19, ya era demasiado elevado; era un problema mundial sobre el que habían alertado los organismos internacionales, el Banco de Pagos Internacionales y el FMI [Fondo Monetario Internacional], que el nivel deuda era demasiado alto. Entonces, como es obvio, la crisis de la COVID-19 supuso un gasto adicional y la deuda aumentó todavía más. En nuestra opinión, es probable que los responsables políticos asuman riesgos ligados al gasto excesivo, en lugar de retroceder, y que aumente aún más. Nos encontramos en un momento en que las economías avanzadas cuentan con una relación entre la deuda y el PIB [producto interior bruto] que se ajusta bastante a los niveles que había tras la Segunda Guerra Mundial, después de una reconstrucción masiva. Se trata de niveles extremadamente altos. No estoy seguro de cómo podemos conciliarlos, sobre todo si mantenemos el gasto, ya que parece que la tendencia global es gastar ahora y preocuparse de ello más adelante.
Katie Klingensmith: Francis, ¿le preocupa el exceso de deuda en EE. UU. y en otros países desarrollados?
Francis Scotland: Sí, por supuesto. Considero que no hay nada gratis. Pero, para conciliar ese concepto con los niveles de deuda… Creo que el camino hacia la conciliación es el servicio de la deuda, y eso se reduce a los tipos de interés. Los tipos de interés se encuentran básicamente a cero en la mayoría de los países desarrollados. Por lo tanto, el gasto de los intereses marginales ligados a la suma de deuda nueva en los balances de los países desarrollados es prácticamente gratuito. Al analizar países como Japón, que presenta una de las relaciones entre la deuda pública y el PIB más altas del mundo, tienen unos de los tipos de interés más bajos y llevan teniéndolos diez años. Así que existe una dinámica que se está desarrollando en segundo plano de carácter importante. Creo que es una cuestión de ahorros, de un exceso de ahorros. Antes de la COVID-19, la cuestión estructural era el estancamiento secular. ¿Hay suficientes? Hay más ahorros que oportunidades de inversión, y al menos los confinamientos… Nuestra reacción al respecto debilitó en gran medida el perfil del PIB mundial y los índices de ahorros personales crecieron, y esta situación se disparó a lo grande. Así que parece que es gratis, pero no es así. Estas actuaciones tendrán consecuencias cuando los tipos de interés empiecen a subir de manera considerable. Fijaría el plazo en el momento en que esto se convierta en un problema y los tipos de interés empiecen a aumentar de un modo sostenible.
Katie Klingensmith: Bien, me gustaría centrarme justo en eso y conocer la opinión de Michael. La Fed [Reserva Federal estadounidense] ha adoptado una postura bastante agresiva con diversas herramientas encaminadas a respaldar la economía estadounidense ante los obstáculos a los que se enfrentaba. ¿Cree que la Fed puede seguir proporcionando suficientes estímulos de cara al futuro?
Michael Hasenstab: Creo que no se trata únicamente de la Fed, sino que los bancos centrales de todo el mundo han adoptado posturas muy laxas y se puede decir que han hecho un buen trabajo a la hora de ayudar a lidiar con esta crisis. Es un componente realmente importante de la reacción en materia de políticas. A mi juicio, Francis ha señalado esa interdependencia extremadamente relevante que existe entre la política fiscal y monetaria. La política monetaria puede ser laxa y el coste de la deuda puede ser cero sin ningún tipo de inflación: esa es la situación ideal. Entonces, hemos empezado a sospesar cuáles serían las limitaciones y, por supuesto, sería la inflación, que no creemos que constituya una preocupación inmediata, en vista de la gran perturbación que ha sufrido la demanda agregada; no obstante, llegado cierto punto, la política fiscal y monetaria laxa podría repercutir en esa esfera, probablemente no de inmediato. Creo que otro de los desafíos es que todo el sistema económico depende en gran medida de los bancos centrales, a los que hemos pedido que resuelvan innumerables problemas. Y esa es una tarea hercúlea. Lo que realmente tiene que ocurrir es que otros ámbitos del gobierno deben intervenir, desde el punto de vista de otras direcciones normativas, la política comercial, el crecimiento o el ámbito social; no podemos continuar dependiendo de los bancos centrales para resolver todos estos problemas. Debemos ir más allá.
Katie Klingensmith: Cuéntenos cuál es su opinión sobre este tema, Francis. ¿Cree que la Fed y otros bancos centrales se han quedado sin instrumentos o que continúan aplicando las mismas medidas trascendentales que antes?
Francis Scotland: La herramienta convencional de los bancos centrales para gestionar la economía, por así decirlo, es manipular la preferencia temporal en relación con el gasto con tipos de interés. Ahora que los tipos de interés están a cero, al menos el extremo corto, ya no pueden seguir aplicando este sistema. En Japón, controlaron la curva de rendimiento. Intentaron manipular la prima por plazo en el extremo largo de la curva, así que pueden intentar hacerlo de esta forma. De no ser así, las únicas opciones posibles, al menos desde mi punto de vista, son medidas extraordinarias. Con los tipos de interés a cero, la Reserva Federal no ha aplicado técnicamente una teoría monetaria moderna, aunque el balance parece prácticamente el mismo que habría si hubiese aplicado este tipo de teoría. Fundamentalmente, financiaron el estímulo presupuestario extraordinario de este año. De modo que pueden optar por esta solución. La Ley de la Reserva Federal permite a la Fed llevar a cabo casi todo tipo de operaciones dentro de los límites de la defensa de la economía frente a la deflación o el problema que consideren que existe. Hemos observado que han ampliado su mandato. A través de esta ley, han superado los obstáculos iniciales. Han ampliado su mandato con el fin de respaldar al mercado de bonos empresariales. Los bancos centrales de Asia compran renta variable de forma directa o indirecta. No creo que debamos subestimar nunca la capacidad de los bancos centrales para imprimir dinero y realizar compras, ni tampoco la repercusión que esto podría tener en todos los ámbitos.
Katie Klingensmith: Michael, usted ha hablado sobre el contexto global, en el que la Fed está actuando de manera similar a muchos bancos centrales. Me pregunto si algunas de las observaciones que ha hecho al principio sobre las tensiones que se viven en Estados Unidos pueden ser similares en otros países. ¿Qué diferencia hay entre las elecciones estadounidenses y los problemas que han surgido en este país en comparación con los de otros países?
Michael Hasenstab: En estos momentos, hay muchos aspectos en juego. Y la variación es bastante grande. Sin duda, existen gobiernos divididos, populismo y nacionalismo, y estos también están analizando esta idea de teoría monetaria moderna y se preguntan si es algo que desean conseguir. Algunos tienen el arraigo constitucional de que esto no puede suceder. De modo que existe un espectro bastante amplio, incluso en lo que se refiere a la COVID-19. La tercera ola de Asia no existe realmente, mientras que en EE. UU. y Europa ha sido mucho más predominante. En cuanto al populismo, sí, se observa en algunos lugares, pero en un país como Japón no parece que exista, y en este tipo de países hay un gran unidad política. Desde el punto de vista fiscal, si se analizan los mercados emergentes, vemos que algunos países partían de unos niveles de deuda muy altos y otros de unos niveles de deuda bastante bajos. Por tanto, los resultados serán, evidentemente, diferentes. Creo que actualmente existe una variación mayor de la que ha habido en mucho tiempo, lo cual para nosotros constituye una oportunidad interesante. Sin embargo, es necesario ser consciente de que algunos de los problemas a los que nos enfrentamos en relación con el ámbito fiscal y el gobierno dividido también están presentes en otros países.
Katie Klingensmith: Totalmente. Francis, si pensamos concretamente en las consecuencias de las elecciones, ¿cree que las relaciones comerciales entre EE. UU. y China y otros países cambiará realmente durante la administración de Biden o que permanecerán invariables?
Francis Scotland: Creo que la política comercial es la que abastece al ejecutivo. Lo único que se me viene a la mente es el momento en el que la oficina del Representante de Comercio de EE. UU. presentó un extenso informe al Congreso a principios de 2018 en el que se documentaba la forma en que creía que China había jugado con el sistema de comercio mundial. Basándose en esa percepción, la administración de Trump ha puesto contra las cuerdas de un modo muy agresivo a China en diferentes ámbitos. Es posible que el tono se suavice un poco, pero creo que, en esencia, los problemas que Estados Unidos tiene con China y el mundo (y creo que hasta cierto punto con la participación de China en el sistema de comercio mundial) permanecerán invariables. Creo que habrá el mismo problema. Otra cosa es el modo en que los resolvamos. Las administración de Trump recurrió a amplios aranceles y restricciones para tratar de lograr un cambio. Está por ver qué grado de agresividad adoptará la administración de Biden en esas circunstancias.
Katie Klingensmith: Michael, ha mencionado que algunos de los problemas a los que nos enfrentamos en EE. UU. son realmente mundiales o están presenten en otros países, pero sin duda existe cierta heterogeneidad en todo el mundo. ¿Actualmente, existen otros problemas geopolíticos desde el punto de vista de la inversión?
Michael Hasenstab: Sí, creo que el que mencionaba Francis probablemente sea uno de los mayores problemas. Las relaciones entre EE. UU. y China son actualmente diferentes a las que existían hace 40 años. Ese cambio no ha surgido ahora. Se puede decir que ha ido evolucionando durante los últimos cinco a siete años. Hay dos superpotencias que en cierta manera se están uniendo, y la evolución de esa nueva relación sigue estando en juego. Creo que existe cierta tensión en ambas partes. Con suerte, es algo que se podrá resolver de forma participativa y eficaz. Sin embargo, creo que las relaciones entre EE. UU. y China son probablemente uno de los mayores cambios geopolíticos que se encuentran en marcha actualmente. Sin duda, se trata de una dinámica distinta a la que realmente hemos observado desde que Richard Nixon se reunió con Mao Zedong en China hace muchas décadas para, en cierto modo, establecer esa trayectoria hacia la apertura. Al igual que ha señalado Francis, considero que en los últimos años ha habido dudas sobre la evolución de esa relación. Y creo que está claro que ambas partes deben restablecer la forma en que estas cuestiones interactúan.
Katie Klingensmith: Hoy se está hablando de muchos temas, desde el impulso subyacente en la economía estadounidense o la vacuna hasta el uso de la política fiscal y monetaria, así como los cambios a largo plazo en las relaciones entre los países que no solo dependen de las elecciones estadounidenses. Para finalizar esta conversación, Michael, me gustaría empezar con usted. ¿Podría señalar cuál ha sido para usted el cambio más importante o el elemento más visible a raíz de las elecciones estadounidenses?
Michael Hasenstab: Lo más importante será cómo se dividirá la cartera de la nueva administración, cuáles serán las partes interesadas fundamentales a los cuales se les asignarán cargos muy importantes para impulsar el poder ejecutivo. Como ha dicho Francis, el poder ejecutivo impulsa la política comercial, así como la política medioambiental y en cierto modo la normativa en materia de política laboral. Esa es la parte del gobierno que realmente se puede ejecutar. Esto ha ocurrido en varias administraciones anteriores con un gobierno dividido en el Congreso. Así que realmente las medidas deben llevarse a cabo a través del ejecutivo. Debemos conocer cuál es la composición del ejecutivo, pues un nuevo régimen dispone de muchas opciones distintas entre las que elegir. Como he dicho antes, el partido demócrata está muy dividido. El hecho de conocer qué secciones del partido se encargarán de las carteras social y económica nos revelará muchos aspectos en relación con la dirección ejecutiva y, con ello, la dirección normativa que adoptaremos. Se trata de algo que conoceremos muy pronto. Creo que este probablemente es el aspecto sobre el que debemos reflexionar en estos momentos.
Katie Klingensmith: ¿Usted qué opina, Francis? ¿Cuáles son los elementos más importantes que están cambiando o que estamos aprendiendo a raíz de las elecciones?
Francis Scotland: Creo que las elecciones todavía no han terminado. Personalmente, pienso que el presidente Trump dejará el cargo, pero probablemente con algún tipo de estruendo. Creo que el principal problema en estos momentos es el Senado. Existe un debate acerca del Senado. Creo que los resultados finales de esta cámara son muy importantes en estas elecciones. Si ganan los demócratas y Biden se convierte en presidente, la situación será completamente nueva. En mi opinión, en estos momentos, los mercados están descartando la presidencia de Biden con un gobierno dividido, lo cual supone fundamentalmente una paralización. Todavía no hay nada por escrito. No sabemos cómo van a proceder. De acuerdo con la orientación de la plataforma de Biden en estas elecciones, no se producirá una subida de los impuestos. No habrá programas de gasto masivo que hagan que incluso los déficits presupuestarios actuales parezcan bajos. Se producirá una paralización. En el pasado, esto ha resultado ser positivo para los activos de riesgo. La paralización ha sido más positiva que un régimen controlado por uno de los partidos, ya sea el republicano o el demócrata, pero creo que uno de los ámbitos en los que existe una gran incertidumbre con respecto a las perspectivas macroeconómicas es el ejecutivo, el grado en el que la administración de Biden trata de dirigir el gobierno a través de la aprobación de decretos. Este ha sido un distintivo de las dos administraciones anteriores. El presidente electo Biden ha afirmado que, debido al cambio climático y medioambiental, adoptará multitud de controles sobre la energía nacional, y esto podría aplicarse a través de un reglamento. Larry Kidlow (director del Consejo Económico Nacional de Estados Unidos), de la administración de Trump, cree que gran parte de la liberalización fue la causante de la vitalidad que experimentó la economía durante los años de Trump. De modo que volver a regular diferentes ámbitos de la economía podría acarrear consecuencias económicas importantes, por ejemplo, en cuanto a la divisa o el nivel de los tipos de interés.
Katie Klingensmith: Me gustaría dar las gracias al Dr. Michael Hasenstab, director de inversión de Templeton Global Macro Group, y Francis Scotland, director de Global Macro Research en Brandywine Global, por acompañarme en esta conversación.
Presentador: Gracias por escuchar este episodio de Talking Markets with Franklin Templeton. Esperamos que nos acompañe mañana en la continuación de nuestra serie especial sobre las elecciones estadounidenses. Si desea escuchar más materiales, consulte el archivo de nuestros episodios anteriores y suscríbase en iTunes, Google Play, Spotify o cualquier otro proveedor de podcasts.
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