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Cuatro años después de que el Reino Unido decidiera abandonar la Unión Europea (UE), finalmente se ha alcanzado un acuerdo, una vez que las dos partes han resuelto sus diferencias en cuanto al comercio y otras cuestiones. El acuerdo sienta las bases de una nueva relación entre el Reino Unido y la UE en ámbitos como los derechos de pesca y el cruce de fronteras para bienes y personas.
Dado que el acuerdo se cerró en Nochebuena, el Primer Ministro británico, Boris Johnson, lo anunció como un regalo para el país. Aunque no es perfecto, creo firmemente que es un pacto razonable y elimina el peligro que suponía que el Reino Unido saliese sin haber establecido una relación comercial para los bienes. Todavía quedan matices y otros ámbitos por negociar, pero hemos superado el principal problema en lo que se refiere al comercio (derechos de pesca de la UE en aguas británicas).
Si bien la pesca no es un elemento que contribuya demasiado al producto interior bruto (PIB), es una actividad simbólica y se convirtió en un asunto político. El nuevo pacto establece un período de transición de cinco años y medio durante los cuales el 25 % de los derechos de pesca de la UE en aguas británicas se transferirá a la flota británica. Después de este plazo, se celebrarán negociaciones anuales para determinar las cuotas de captura.
Aunque los derechos de pesca seguirán estando sujetos a futuras negociaciones, los mercados financieros reaccionaron de manera positiva a las noticias sobre el acuerdo: la libra esterlina se fortaleció y el mercado de valores del Reino Unido se recuperó ante la supresión de la incertidumbre. También son buenas noticias para el crédito corporativo del Reino Unido, pues pone fin a un asunto que produce desestabilización. Las ventas de bonos del Tesoro de Reino Unido no fueron tan buenas como cabía esperar, debido a que las previsiones indican que el crecimiento se detendrá durante algún tiempo a causa de la COVID-19.
Es importante señalar que este pacto abarca solo los bienes, no incluye los servicios. En relación con estos, habrá una prueba de equivalencia; cada parte determinará de forma individual si la normativa de la otra jurisdicción cumple sus requisitos. Por lo tanto, sigue habiendo margen de adaptación en lo que se refiere a los servicios.
Si bien el acuerdo del brexit es el más significativo, el Reino Unido también ha firmado un número importante de acuerdos comerciales con otros países, y probablemente alcance alguno más en los próximos meses. En el futuro, probablemente veamos al Reino Unido abordar también otros ámbitos de políticas en los que habrá divergencias con Europa.
Dicho esto, hay otros motivos de preocupación que deterioran la perspectiva del mercado a corto plazo, en particular la pandemia. La COVID-19 golpéo la economía del Reino Unido con más fuerza que ninguna de las otras economías del G10: el PIB se redujo un 20 % en el segundo trimestre de 2020. Incluso con una vacuna que empieza a comercializarse, se ha producido un aumento de los casos, por lo que seguirá habiendo confinamientos. A corto plazo, las restricciones seguirán reduciendo el rendimiento económico del Reino Unido.
Aunque la saga del brexit del Reino Unido ha llegado a su fin en gran medida, sigue habiendo problemas internos en el país (varios puntos de interés para Irlanda del Norte y Escocia, entre otros) y sigue habiendo trabajo por hacer para fortalecer la economía.
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