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Activos Múltiples

Una recuperación económica desigual

Los datos económicos del primer trimestre sugieren que la recuperación y la perspectiva mundiales a más largo plazo están lejos de ser lineales, según Gene Podkaminer, director de investigación de Franklin Templeton Investment Solutions, y Richard Record, economista principal de Malasia del Grupo Banco Mundial. Con el telón de fondo de los programas de vacunación y el estímulo fiscal continuado, se reunieron para debatir cómo están enfrentándose a la economía en el contexto de la pandemia

A continuación, se recogen algunos puntos clave de su debate que consideramos que pueden ser útiles, así como otras perspectivas más pormenorizadas.

Gene Podkaminer, responsable de análisis, Franklin Templeton Investment Solutions

  • La expansión fiscal se ha consolidado en gran medida, pero es desigual según la región. Es probable que el crecimiento siga siendo relativamente sólido, pero su velocidad no está garantizada. No creemos que la COVID-19 suponga el fin de la producción globalizada, a pesar de la intensificación de algunas tendencias de relocalización. Teniendo en mente la trayectoria de crecimiento, mantenemos una perspectiva mucho más optimista hacia los activos de riesgo.
  • La trayectoria de la recuperación mundial y las preocupaciones sobre las valoraciones nos llevan a adoptar una postura moderadamente bajista con respecto a los bonos. Con la distribución de las vacunas, hay grandes esperanzas de aceleración de la actividad económica en todo el mundo con la renta fija.
  • Existe una tensión constante entre los programas de vacunación y de estímulo fiscal. La experiencia en Israel muestra un futuro prometedor, pues las altas tasas de vacunación han coincidido con la disminución de las hospitalizaciones. Algunos países han puesto en marcha políticas generosas y flexibles para hacer frente a los efectos económicos de la COVID-19 —pero no todos ellos han estado dispuestos a emprender este tipo de medidas, o no han tenido los recursos para hacerlo—, así como los desafíos relacionados con la creación y la ejecución de un programa de vacunas.

Hay un montón de elementos móviles y temas importantes que impulsan los mercados y, al construir las carteras, debemos pensar en la gestión de los riesgos y las oportunidades de las distintas clases de activos. En la actualidad, creemos que se necesita un enfoque más equilibrado que en el pasado.

Analizamos tres macrofactores principales: crecimiento económico, inflación y tipos de interés. Estos tres factores son transversales a todas las clases de activos y todas las decisiones que toma un inversor. No importa si un inversor tiene renta variable local, materias primas, renta fija o bienes inmuebles. La situación de la economía se traduce en crecimiento económico. Desde esa perspectiva, observamos una expansión fiscal que se ha consolidado en gran medida, pero es desigual según la región. No se trata de una expansión que vaya a observarse en todos los países y regiones de la misma forma.

El estímulo mundial fomenta el crecimiento

Las perspectivas siguen siendo un poco menos claras de lo normal con respecto al crecimiento. El crecimiento va a ser relativamente sólido, especialmente cuando se compara con otros años, pero es la velocidad lo que necesitamos determinar. Creemos que es probable que la inflación aumente, impulsada por la demanda. También consideramos que es precipitado decir que ha llegado el fin de la producción globalizada, a pesar de algunas tendencias de relocalización que hemos detectado. Creemos que los efectos de base y la recuperación que se ha producido en los precios de algunas las materias primas promueven la inflación general. Por lo tanto, está bastante claro que es probable que los bancos centrales de todo el mundo sigan siendo flexibles, pero también son plenamente conscientes de los riesgos a la baja y los riesgos de los errores relacionados con las políticas. La transición iniciada para pasar de las medidas adoptadas durante la crisis a medidas que apoyen la recuperación ha mantenido el flujo de liquidez.

Quiero subrayar que la cantidad de estímulo que se ha inyectado en la economía mundial es realmente asombroso. Supera todo lo que hemos visto en las últimas décadas y debemos entender cómo va a ser ese estímulo y también qué es capaz de hacer.

El historial de crecimiento a largo plazo

Vamos a concentrarnos en la perspectiva de crecimiento a medio plazo, en la que es poco probable que la inflación cause problemas. Mantenemos una postura mucho más optimista con respecto a los activos de riesgo cuando analizamos el historial de crecimiento, que es sólido, el historial de inflación, que en este momento es benigno, y los tipos de interés, que en gran medida están respaldados por los bancos centrales.

La renta variable requiere una recuperación económica sostenida para compensar la normalización anticipada de las valoraciones, pero a medida que las vacunas se distribuyen, hay muchas esperanzas de que la actividad económica se acelere en todo el mundo. En lo que se refiere a la renta fija, somos ligeramente bajistas, lo cual refleja las preocupaciones sobre la valoración en un contexto de recuperación mundial.

Tensión constante entre los programas de vacunación y de estímulo fiscal

Los países con programas de vacunación vigorosos presentan tasas de hospitalización más bajas, lo cual reduce de manera significativa la presión a la que está sometido el sistema sanitario y, además, hace posible una recuperación mucho más rápida de los niveles de actividad anteriores a la COVID-19. Israel es un buen ejemplo de ello. Todos esperamos que los países puedan ampliar la infraestructura de distribución de vacunas y garantizar que todo el mundo que lo desee pueda vacunarse. En última instancia, la vacunación contribuirá a impulsar la actividad económica.

Tras analizar las políticas que se han puesto en marcha en los Estados Unidos, el Reino Unido, así como en otros países, esperamos que las políticas monetarias sigan siendo muy laxas durante algún tiempo. Las políticas fiscales van a ser flexibles también, pero no todos los países han estado dispuestos o han sido capaces de aplicar medidas fiscales de tanta envergadura como los Estados Unidos o el Reino Unido. Aquí es donde surge realmente la tensión entre los programas de vacunación y de estímulo fiscal.

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Richard Record, economista principal de Malasia, Grupo Banco Mundial

  • La pandemia mundial creó una triple perturbación en la economía de Asia. Esperamos que se produzca una recuperación a tres velocidades. Algunos países ya se están recuperando; otros están registrando un repunte, pero no una recuperación todavía, y en algunos no se observa ni una cosa ni la otra. Dicho esto, estamos observando cierta fortaleza en las economías avanzadas que está desencadenando una mejora de los indicadores económicos y una recuperación de la inversión extranjera directa y del comercio.
  • En medio del repunte, Malasia podría iniciar la transición hacia una economía de ingresos altos. El país está bien encaminado para superar el umbral que define a los países de ingresos altos en los próximos años, pero serán necesarias una serie de reformas para impulsar la calidad y la sostenibilidad del crecimiento económico.
  • La pandemia ha ejercido una gran presión sobre Malasia, pero también le ha brindado oportunidades, como el aumento del ritmo de la digitalización. Es evidente que la COVID-19 ha tenido una gran repercusión en las vidas y los medios de vida. Sin embargo, es posible que en el futuro miremos hacia atrás y valoremos cómo la pandemia obligó a las empresas a acelerar el ritmo de la digitalización. Si bien preocupa que los cierres de las empresas y las pérdidas en cuanto a aprendizaje tengan efectos económicos a largo plazo, la rápida adopción digital podría sentar las bases de una mayor productividad en el futuro.

La triple perturbación da lugar a tres velocidades de recuperación

Hablamos mucho sobre la triple perturbación en la economía de Asia Oriental el año pasado; la primera de ellas fue la repercusión directa de la pandemia en la salud, que afectó a las vidas y los medios de vida de las personas. Por otro lado, las restricciones relacionadas con el confinamiento perjudicaron la actividad económica nacional. Y, por último, sufrió las consecuencias de la perturbación mundial, que afectaron a Asia Oriental como región, en particular en los ámbitos del comercio y el turismo.

Igual que observamos una triple perturbación de la economía, este año estamos advirtiendo lo que podría denominarse «tres velocidades de recuperación». Tanto China como Vietnam han superado ya, respectivamente, su base de referencia anterior a la COVID-19 en cuanto a la actividad económica. Otros países están registrando un repunte, pero no una recuperación todavía, como Malasia, por ejemplo, así como otras economías grandes de ingresos medios de la región. Y, finalmente, hay algunas economías en las que no se está produciendo ni un repunte ni una recuperación. En Malasia, estamos analizando resultados económicos que superarán su nivel anterior a la COVID-19 quizás hacia finales de este año o a principios del que viene.

En torno a un 90 % de la economía mundial sufrió una contracción en 2020. Pero ahora estamos percibiendo un repunte del crecimiento mundial y una fortaleza en las grandes economías (en particular de los Estados Unidos y China) que está desencadenando una recuperación del comercio, de la inversión extranjera directa y una mejora de los indicadores del flujo financiero.

Afrontando la siguiente fase de desarrollo de Malasia

El deseo de Malasia es convertirse en una economía desarrollada y de ingresos altos. Este objetivo se remonta a su plan «Visión 2020». No se alcanzó en 2020, pero creemos que Malasia superará el umbral de la renta nacional bruta per cápita que determina la condición de país de ingresos altos y, por lo tanto, saldrá de la trampa de la renta media en los próximos años. Sin embargo, esta transición inminente plantea muchas preguntas nuevas sobre la trayectoria de la economía de Malasia. Y, al analizar la situación de Malasia con respecto a los países que se utilizan en la comparación de altos ingresos, se detectan una serie de ámbitos en los que se necesitarán reformas.

Por ejemplo, está claro que hay una brecha importante entre la oferta y la demanda de competencias en la economía. En Malasia, observamos sistemáticamente importantes brechas entre lo que nos dicen las empresas del sector privado que buscan en el mercado laboral y lo que pueden encontrar en cada competencia. Cerrar esta brecha era un desafío clave para Malasia, incluso antes de la pandemia. Sin embargo, la crisis y los cierres de centros educativos que se decretaron como consecuencia de esta han afectado negativamente al capital humano de Malasia. Se observan disrupciones similares en toda la región.

Una de las mayores disparidades entre Malasia y otras economías que han pasado de ingresos medios a ingresos altos es la capacidad del gobierno para recaudar. En la actualidad, Malasia está recaudando alrededor del 15 % del producto interior bruto (PIB) en impuestos, lo cual es un porcentaje bajo con respecto a las economías que se utilizan en la comparación.

La recuperación tras la pandemia

La COVID-19 sigue representando una importante fuente de incertidumbre, pero estamos empezando a ver cómo Malasia pasa de enfoques muy generales a intervenciones más específicas para contener los nuevos brotes que se producen por zonas. Existen preocupaciones cada vez más importantes en torno al gasto del gobierno tras la crisis, principalmente la disponibilidad de espacio fiscal para respaldar otros estímulos. Incluso antes de la pandemia, Malasia ya se estaba enfrentando a sus políticas sobre el límite de la deuda. El límite cambió el año pasado; el umbral máximo de los préstamos pasó del 55 % al 60 % del PIB. Hay motivos de preocupación acerca de las obligaciones contingentes y en qué medida puede incurrir en gastos el gobierno de manera prudente para respaldar la recuperación. También estamos observando una debilidad continuada en cuanto a la inversión privada, dadas las numerosas fuentes de incertidumbre.

A pesar de las dificultades relacionadas con la COVID-19, la pandemia también ofrece oportunidades. Entre ellas, se incluye el ritmo significativamente más rápido del comercio electrónico y la digitalización que está transformando muchas economías, como la de Malasia. Creo que, en el futuro, pensaremos en la COVID-19 y hablaremos de ella como una especie de experimento de laboratorio que nos demostró qué pasa cuando obligas a empresas y consumidores a acelerar la velocidad de la digitalización debido a factores externos.

Por lo tanto, la pregunta más importante es cómo puede salir Malasia de la crisis. Las políticas públicas, incluidas las diversas medidas de estímulo económico, han contribuido a amortiguar el impacto de la crisis. Pero creemos que la única manera de consolidar una recuperación duradera es impulsar la inversión en el sector privado, invertir en la calidad del capital humano y estimular un crecimiento más rápido de la productividad.

¿Cuáles son los riesgos?

Todas las inversiones conllevan riesgos, incluida la posible pérdida de capital. El valor de las inversiones puede tanto subir como bajar y los inversores podrían no recuperar todo el capital invertido. Los precios de las acciones experimentan fluctuaciones, a veces rápidas y drásticas, debido a factores que afectan a empresas concretas, industrias o sectores específicos, o condiciones generales de mercado. La inversión en sectores de rápido crecimiento, entre los que se encuentra el tecnológico (que históricamente ha sido volátil), podría dar lugar a un aumento en la fluctuación de los precios, especialmente a corto plazo, debido al rápido ritmo de los cambios y al desarrollo de productos, así como a los cambios en la normativa estatal que se aplica a las empresas que hacen hincapié en el progreso científico o tecnológico. Los títulos de estilo «value» puede que no se aprecien como se preveía o incluso podrían perder valor. La inversión en el extranjero entraña riesgos especiales, entre ellos el riesgo de fluctuaciones cambiarias, de inestabilidad económica y de acontecimientos políticos adversos.

Las inversiones en mercados emergentes entrañan riesgos más altos relacionados con los mismos factores, aparte de los asociados a su tamaño relativamente pequeño, su menor liquidez y la falta de estructuras jurídicas, políticas, empresariales y sociales consolidadas para respaldar los mercados financieros. Los valores de empresas más pequeñas han tenido históricamente una mayor volatilidad de precios que los de grandes empresas, especialmente a corto plazo. Los precios de los bonos generalmente varían en sentido opuesto a los tipos de interés. Por lo tanto, la cartera puede verse depreciada durante el proceso en que los bonos mantenidos en ella ajustan sus precios al aumento de los tipos de interés.

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