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Perspectivas

Fondos de inversión que cotizan en bolsa: vuelta a los principios básicos de la liquidez

Tradicionalmente, el otoño es la época de la vuelta al cole y, en esa misma línea, Jason Xavier, director de EMEA ETF Capital Markets, vuelve a los principios básicos. Nos recuerda los pormenores de la liquidez de los ETF y disipa los mitos en los que muchos todavía creen.

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Para muchos europeos y norteamericanos, los meses de septiembre y octubre marcan la vuelta al cole y a la universidad. En vista de lo que todos hemos pasado durante el año y medio anterior, muchos esperan que el año académico 2021/2022 se desarrolle sin interrupciones.

Llevo tiempo sin escribir acerca de mis reflexiones sobre el ecosistema de los fondos de inversión que cotizan en bolsa (ETF) y, en particular, sobre su liquidez; sin embargo, las últimas conversaciones con la nueva oleada de inversores que abogan por los ETF me han motivado a hacerlo, a fin de que todos recordemos ese valioso atributo que brindan los ETF.

Recordemos los aspectos básicos. Es cierto que no soy imparcial, pero creo que los ETF presentan las mejores características tanto de los fondos de inversión como de las acciones individuales: se negocian en el mercado primario como los fondos de inversión y ofrecen la liquidez del mercado secundario justamente igual que las acciones. Entender la mecánica que subyace a esta estructura ayuda a resaltar los beneficios que muchos inversores utilizan a la hora de gestionar sus objetivos de inversión.

Comprensión de la liquidez de los ETF 

Entre todos mis homólogos de los mercados de valores industriales, la máxima más habitual en nuestras funciones cotidianas debe ser la siguiente: «La liquidez del ETF está determinada por lo subyacente». Y con razón. A medida que cada vez más y más inversores se decantan por el uso de ETF, comprender y entender la liquidez de un ETF, así como apreciar la verdadera liquidez, reviste una gran importancia. Recordemos la mecánica y pongamos fin a los mitos a los que muchos todavía se aferran.

A modo de recordatorio, el valor subyacente de un ETF dimana del precio de los valores subyacentes en los que invierte. En otras palabras, se trata del precio de los componentes del índice o la cesta subyacente a los que imita. De esta forma, numerosos inversores creen que la liquidez subyacente de un ETF está relacionada con los volúmenes negociados. Sin embargo, eso no es del todo así. Los volúmenes de ETF indican únicamente lo que se ha negociado, no lo que se podría negociar. Para ver lo que se podría negociar, los inversores tienen que buscar entre las acciones subyacentes los diferentes componentes. Un ETF es un fondo abierto que puede emitir más acciones en función de la demanda y cancelar acciones sobre la base de los reembolsos.

Volviendo a la idea de que los ETF combinan lo mejor de los fondos de inversión y de las acciones, un ETF, al contrario de lo que ocurre con los fondos de inversión, no necesita una inversión inicial mínima del cliente para permanecer abierto o tener liquidez. Por lo general, los ETF recién creados tendrán unos volúmenes medios de negociación diaria considerablemente inferiores a los de los fondos más consolidados o de mayor antigüedad. Además, los ETF más recientes tienden a tener una cantidad mucho menor de accionistas (no es raro que, el primer día de negociación, haya solo uno). No obstante, no creemos que ese sea un motivo para evitar un ETF nuevo, ya que, generalmente, el precio del ETF nuevo se mantendrá en consonancia con el precio de la cesta subyacente de valores.

Por otra parte, muchas personas todavía aplican de manera incorrecta los criterios de selección de los fondos de inversión y, en particular, el tamaño de un ETF como un indicador de la liquidez, especialmente al evaluar los riesgos relacionados con la venta y la salida de una posición. Sus argumentos se parecerían al siguiente: «Preferimos invertir en fondos de mayor tamaño para asegurarnos de que no haya problemas de liquidez si necesitamos liquidar nuestra posición en caso de que se produzcan dificultades en los mercados». Los inversores deben entender totalmente que un ETF en realidad es como una categoría global, de modo que brinda acceso a un conjunto profundo y líquido de componentes subyacentes, por ejemplo, un índice de renta variable de gran capitalización de confianza, lo que debería poner de manifiesto la amplia y profunda liquidez que ofrece.

Si bien la liquidez subyacente de una determinada acción depende del número finito de acciones en circulación, la liquidez subyacente de un ETF no está relacionada con los volúmenes negociados. Los volúmenes de ETF indican únicamente lo que se ha negociado, no lo que se podría negociar. Para ver lo que se podría negociar, los inversores tienen que buscar entre las acciones subyacentes los diferentes componentes.

Por tanto, en lo que a liquidez se refiere, el tamaño de un ETF es puramente teórico.

¿Cuáles son los riesgos?

Todas las inversiones conllevan riesgos, incluida la posible pérdida de capital. El valor de las inversiones puede tanto subir como bajar y los inversores podrían no recuperar todo el capital invertido. Las comisiones de corretaje y los gastos de ETF reducen la rentabilidad. Las acciones de ETF pueden comprarse o venderse a lo largo del día a su precio de mercado en la bolsa en que se coticen. Los ETF se negocian como las acciones, su valor de mercado fluctúa y pueden cotizar por encima o por debajo del valor liquidativo de los ETF. Sin embargo, no hay garantías de que se desarrolle o se mantenga un mercado de transacciones activo para las acciones de ETF ni de que su cotización siga siendo o permanezca invariable. Si bien las acciones de ETF son negociables en mercados secundarios, no pueden negociarse fácilmente en todas las condiciones de mercado y podrían ser objeto de descuentos considerables en períodos de tensión en los mercados.

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